Artículo publicado en la revista Forbes República Dominicana en su primera edición de Abril, 2014.
Es un
concepto ampliamente aceptado que la economía de mercado es un sistema de
ganancias, por medio del cual los emprendedores obtienen beneficios a expensas
de las mayorías. Sin embargo, la realidad
es que la economía de mercado es un sistema de ganancias y pérdidas, por medio
del cual los emprendedores obtienen ganancias sólo si pueden obtener el
beneplácito de los consumidores en sus compras.
En general, los consumidores compran productos que perciben pueden
satisfacer sus demandas o necesidades más urgentes, en base a una valoración
subjetiva; como todos somos diferentes, todos valoramos las cosas de manera
distinta. En este sentido, los
consumidores tienen el poder de decisión sobre qué comprar y esa decisión
implica que se abstienen de comprar otros bienes o servicios. Por ejemplo,
cuando un consumidor decide comprar el jugo
x, se abstiene de adquirir el jugo z.
En una
economía de mercado, entonces, los emprendedores están expuestos a las decisiones
de los consumidores para obtener ganancias.
Si los emprendedores no pueden satisfacer las demandas de los consumidores y, en consecuencia, éstos
se abstienen de comprar sus productos, entonces esos emprendedores sufren
pérdidas. Al momento de abstenerse de
comprar el jugo z, los consumidores
envían una señal poderosa a ese emprendedor para que corrija errores que comete
en la producción de bienes y servicios.
De alguna forma, los consumidores están indicando que el producto no
tiene la calidad adecuada o que los precios no satisfacen sus deseos.
Para
buscar la aceptación de los consumidores, los emprendedores que incurren en
pérdidas revisan sus procesos productivos: cuáles factores de la producción y
qué cantidad utilizan, los precios actuales y esperados de esos factores de la
producción (estructuras de costos), los canales de distribución, los segmentos
de mercado a que se dirigen y sus estrategias de precios, ente otros
factores. De esta forma, los
emprendedores se ven forzados a mejorar sus procesos productivos para proveer a
los consumidores productos que éstos demandan con la calidad y precios requeridos. De
esta forma, las señales que reciben los emprendedores cuando sus productos no
se venden se traduce en mejor aprovechamiento de los recursos escasos.
Un caso
reciente que se ha debatido ampliamente es el caso de Research in Motion (RIM), empresa canadiense que produce los antes
muy afamados teléfonos BlackBerry. Esta empresa tecnológica, que enfrenta
competencia feroz, no se mantuvo a la vanguardia para satisfacer las demandas y
gustos de los consumidores. Mientras RIM se dormía en sus laureles del éxito,
otras empresas emprendieron proyectos que terminaron recibiendo la aprobación
de los consumidores por encima de los BlackBerry. Apple y Samsung (con el sistema operativo
Android) tomaron la delantera en las preferencias de los consumidores; hoy se
añaden otros a la competencia. RIM
inició perdiendo mercado para luego asumir pérdidas: unos US$965 millones en 2T2013
y US$4,400 millones en 3T2013. Aparentemente, es muy tarde para RIM recuperarse con el modelo de negocio
actual.
En caso
de que los emprendedores que sufren pérdidas no corrijan sus errores y no
puedan proporcionar bienes y servicios que satisfagan a los consumidores, los
mismos trillan el camino de la bancarrota.
Obviamente, esto sucede en mercados donde existe competencia y no existe
protección implícita ni explícita del Estado.
Aquí es donde se diferencia una economía de mercado de una economía
intervenida por distorsiones y privilegios que sólo puede proveer quien impone
las reglas de juego: el Estado. La
economía de mercado florece donde las reglas de juego son igual para todos, la
competencia es celosamente defendida por el Estado y existen consecuencias por
la toma de decisiones empresariales. La
economía de mercado implica que sólo aquellos que pueden satisfacer a terceros
obtienen ganancias; los que no pueden, sufren pérdidas. En ese sistema económico, los consumidores
(las masas) tienen el poder en sus manos, no los emprendedores.